Este blog contiene material de apoyo del fic "Siempre Quidditch", spin-off ambientado en el mundo de Harry Potter y protagonizado por Bruce Vaisey. Quidditch, amor, amistad, dolor, superación y mucho más, siempre en busca del mismo objetivo: encontrar la felicidad.

domingo, 26 de febrero de 2017

Historia extra: Tracey y Theodore discutiendo a lo grande

¡Bienvenidos a la primera entrada de la serie de “Historias extra”! A partir de ahora, os iréis encontrando de vez en cuando entradas con este encabezado, y lo que podréis encontrar en ellas será, básicamente, un pedazo de historia que, por una u otra razón, no ha cabido en el fic principal. Podrán  ser tanto pequeños spinoffs (con sus diálogos, su narración y todo lo demás), como es el caso de hoy; o bien una explicación o la historia de cómo sucedieron ciertas cosas (de una forma más detallada o específica que en las entradas de “Conociendo a…”, más generales).

Así que para la historia de hoy, vamos a tener que viajar hacia atrás: concretamente, hasta el capítulo 27 del fic: “Emergencia”. Puede que lo recordéis por ser uno de los capítulos más dramáticos hasta la fecha: Bruce viajando hasta Londres para intentar consolar a Lily, reconciliar a Theodore y Tracey (consiguiéndolo milagrosamente), y encontrándose por casualidad con Eve, lo que le llevó a más tensión y drama de lo que Bruce es capaz de digerir…

Pero centrémonos en el objetivo del viaje. La gran charla entre Theodore y Tracey, que acabó en un enfado monumental, rompió cualquier tipo de relación que hubiera entre ambos y forzó a Lily a pedir ayuda para arreglarlo… Una discusión que en el fic conocemos porque es Lily la que le cuenta a Bruce lo que previamente Tracey le había contado que había sucedido: en resumen, hay unos cuantos intermediarios por ahí, lo que hacen que fuera una escena particularmente difícil de escribir.

Pero, ¿cómo fue en realidad la discusión? ¿En directo, sin intermediarios contándolo desde su punto de vista? Si alguien tenía curiosidad, aquí tenéis el misterio resuelto…

Theodore Nott, como de costumbre, estaba leyendo en el salón cuando Tracey llegó a través de la Red Flu. Él alzó las cejas ante la repentina llegada, pero antes de que pudiera decir nada, fue Tracey quien habló:
—Theodore Nott.
—Tracey Davis—imitó él—. ¿Qué te trae por aquí?
Tracey tenía la mirada incendiada y los puños firmemente cerrados. No entendió a qué venía eso, pero ni siquiera tuvo tiempo de pensarlo.
—Theodore Nott, te quiero.
Theodore alzó las cejas de nuevo, sin comprender. ¿A qué venía eso?
—Ya—respondió sucintamente.
Pero Tracey bufó, exasperada. Por lo visto, esa no era la respuesta que quería.
—Va en serio, Theodore. Te quiero.
—Tracey…—empezó él, advirtiéndole.
No quería seguir ese camino. Sabía a dónde iba a llevar. La primera vez que se acostaron, fruto de esa tensión sexual que tenían que resolver, decidieron que nunca hablarían de sentimientos entre ellos. Porque obviamente, no iba a hacer falta. Eran simplemente amigos, y nunca pasarían de eso. Nunca, estaba claro. Se acostaban solo para cumplir con sus necesidades fisiológicas, y ya. Nunca habría nada absurdo como el amor entre ellos. Y los dos habían cumplido perfectamente con ese pacto de nada-de-sentimientos durante mucho tiempo, incluso a pesar de que Lily (e incluso Bruce) insinuase que debía haber algo más. Ellos siempre habían tenido muy claro que no había nada. Que lo único que sentían era la acción de las hormonas; algo incontrolable para los adultos jóvenes.
Por eso, era tan peligroso que Tracey llegara de golpe y le soltara eso. Llevaban así un año. Un exitoso año sin nada de hablar de unos sentimientos que no existían. No existían…
Una parte de su corazón pareció saltar ante las palabras de Tracey. Emoción. Una reacción. ¡Tracey sentía lo mismo que él! Pero el resto de su corazón y su mente se apresuró a aplastar a la otra. Claro que no quería a Tracey. ¡Menuda tontería! Solo era una amiga con la que cubría necesidades físicas. Tenía que disuadirla de que siguiera hablando…
Porque con Tracey mirándole fijamente tras decir esas palabras, la parte de su corazón aplastada por el resto se revolvía con todas sus fuerzas.
—Tracey, ¿qué?—dijo ella secamente—. No puedes impedirme que te diga lo que siento.
—Hicimos un trato—gruñó él.
—Oh, sí. Pactamos que no hablaríamos de nuestros sentimientos—dijo Tracey con ironía—. Y estoy totalmente de acuerdo. Pero ¿sabes qué? Ya no puedo aguantarlo más. Es una estupidez, y Lily tiene razón. Lo sabemos todos y ya no me da la gana seguir callándomelo. Te quiero, Theo.
La parte de Theodore que estaba aplastada quiso salir, gritar de felicidad, mostrarse al mundo y besar a Tracey en ese mismo momento. Pero toda la otra parte se esforzó inhumanamente en mantenerla recluida. Él no la quería, se repitió infinitas veces en unos solos segundos. Los sentimientos no eran para él. Él no podía querer. Y mucho menos a alguien como Tracey… Que era mestiza. Con desagradable sangre muggle corriéndole por las venas.
La parte aplastada se revolvió. "¡Mentiroso!", le gritó. Pero en lugar de darle alas, Theodore dijo:
—Por esto nunca quise que habláramos de sentimientos. Hablar de algo… Puede llevar a que exista. Entiendo que no hayas podido guardártelo más para ti, pero Tracey, yo no te quiero.
Tracey dejó de temblar y se quedó blanca como la piedra de golpe.
—Mientes—susurró Tracey, haciéndose eco de lo que le gritaba su corazón.
Quiso rendirse y decirle que estaba en lo cierto. Pero no pudo. Su mente no le dejaba. ¿Por qué? ¿Por qué no lo admitía?
Ah, sí. Su terrible y desproporcionado orgullo. Ese orgullo incapaz de aceptar que el gran Theodore Nott se había acabado enamorando perdidamente de una chica mestiza de la que había jurado que no se iba a enamorar. Un orgullo que era estúpidamente grande para su propio bien.
—¿Eso quieres creer?—dijo sin embargo con calma—Adelante entonces. Pero dime, ¿por qué debería estar enamorado de ti?
Tracey palideció aún más. No se esperaba una pregunta como esa. Un golpe tan duro. Unas palabras que indirectamente le decían que él no había visto nada por lo que valiera la pena interesarse en ella.
—Nos entendemos… Como nadie más lo hace.
Algo se removió en su interior, pero no lo demostró. En cambio, dejó que una sonrisa burlona asomara a sus labios.
—¿Crees que me entiendes? Tracey… Siento haber llegado a este punto, pero deberías saber que estás muy por debajo de mi nivel. Soy un sangrepura, y tú una simple mestiza.
Eso le dolió más que cualquier golpe. Tracey pasó del terror y la palidez al tono rojo y la rabia, y cerró de nuevo los puños con fuerza. Los ojos le brillaron con unas lágrimas que no iba a derramar delante de él.
—Nott, eres el gilipollas más grande que he conocido en mi vida—declaró con frialdad.
Y entonces, pasó por su lado empujándole con el hombro, se dirigió hacia la salida y abandonó la casa dando un sonoro portazo.
Y Theodore se quedó solo, observando en silencio las llamas del fuego que languidecía. Mientras en su interior, el odio hacia sí mismo aumentaba.
Cobarde. Era un cobarde esclavo de su orgullo. Y esclavo de una educación de la que era demasiado cobarde para apartarse.

"Eres el gilipollas más grande que has conocido, Theodore Nott" se dijo a sí mismo.”

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